Los primeros síntomas de la diabetes se relacionan con los efectos directos de la alta concentración de azúcar en la sangre. Cuando este valor aumenta por encima de los 160 a 180 mg/dl, la glucosa pasa a la orina, entonces los riñones secretan una cantidad adicional de agua para diluir la concentración y se eliminan grandes volúmenes de orina (polioria) y en consecuencia aparece una sensación anormal de sed (polidipsia).
Al no poder obtener energía de la glucosa se utilizan las proteínas del músculo y las grasas del tejido adiposo, por lo que hay pérdida de peso. Además, se experimenta una hambre exagerada.