La lucha por mantenerla es una de las mayores batallas de la mujer. La sociedad las convierte en adictas, necesitando estas siempre bellas y jóvenes, midiendo su valía en función de la tersura de la piel. Mejor sería madurar con dignidad y estilo. La mujer madura es más fuerte, segura e interesante y, por lo tanto más atractiva.