El proceso consiste en inyectar un colorante en el flujo sanguíneo que se acumulará en el tumor y mediante la luz roja se foto activará, para convertirse en una sustancia venenosa que matará la célula cancerígena. Este es un tratamiento no invasivo, en contraste con la quimioterapia, cuyos efectos secundarios son terribles, sobre todo en el cerebro, al grado de poder ocasionar ceguera, parálisis o afectar funciones vitales.