Se dice que una persona padece hipertensión arterial, cuando la presión sistólica es igual o mayor a 140 mmHg y la diastólica es igual o mayor a 90 mmHg. Cuanta más alta sea la presión arterial, mayor es el trabajo que tiene que realizar el corazón para bombear la sangre.
Si no se controla a tiempo, la hipertensión puede provocar desde un infarto o hipertrofia ventricular (engrosamiento del músculo cardíaco), hasta insuficiencia cardíaca.