Ésta no sólo empeora la calidad de vida de quién la padece, sino que también incrementa su riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, metabólicas, óseas y hasta cáncer. En lo que respecta la corazón y el sistema vascular, la obesidad influye en gran medida en el desarrollo de la ateroesclerosis, una enfermedad caracterizada por la formación de placas en las arterias, lo cual provoca su endurecimiento y estrechamiento, siendo el origen de problemas graves, como infartos y derrames cerebrales.